viernes, 17 de mayo de 2013


LA IMPORTANCIA DEL PETRÓLEO EN LA ECONOMÍA MUNDIAL
Todo el mundo necesita del petróleo. En una u otra de sus muchas formas lo usamos cada día de nuestra vida. Proporciona fuerza, calor y luz; lubrica la maquinaria y produce alquitrán para asfaltar la superficie de las carreteras; y de él se fabrica una gran variedad de productos químicos.
El petróleo es la fuente de energía más importante de la sociedad actual. Pensar en qué pasaría si se acabara repentinamente hace llegar a la conclusión de que se trataría de una verdadera catástrofe: los aviones, los automóviles y autobuses, gran parte de los ferrocarriles, los barcos, centrales térmicas, muchas calefacciones... dejarían de funcionar.
Además, los países dependientes del petróleo para sus economías entrarían en bancarrota. El petróleo es un recurso natural no renovable que aporta el mayor porcentaje del total de la energía que se consume en el mundo. La importancia del petróleo no ha dejado de crecer desde sus primeras aplicaciones industriales a mediados del siglo XIX, y ha sido el responsable de conflictos bélicos en algunas partes del mundo (Oriente Medio). La alta dependencia que el mundo tiene del petróleo, la inestabilidad que caracteriza al mercado internacional y las fluctuaciones de los precios de este producto, han llevado a que se investiguen energías alternativas, aunque hasta ahora no se ha logrado una opción que realmente lo sustituya
Actualmente, el agotamiento de las reservas de petróleo constituye un grave problema, pues al ritmo actual de consumo las reservas mundiales conocidas se agotarían en menos de 40 años. Por ello, los países desarrollados buscan nuevas formas de energía más barata y renovable como la energía solar, eólica, hidroeléctrica..., mientras que los países productores de petróleo presionan para que se siga utilizando el petróleo pues si no sus economías se hundirían. Aún así, a medio plazo, la situación no parece tan alarmante, pues hay que tener en cuenta que los pozos no descubiertos son sustancialmente más numerosos que los conocidos. En zonas no exploradas como el mar de China, Arafura, Mar de Béring, o la plataforma continental Argentina podrían encontrarse grandes reservas.


El contexto de la economía política del petróleo en Colombia


De las anteriores consideraciones, se enfatiza en el carácter singular del petróleo y el entramado de intereses políticos y económicos que se conjugan en torno a decisiones clave sobre la producción y la distribución de la renta.

La disponibilidad de las divisas aportadas por el petróleo desde los descubrimientos de Caño Limón, Cusiana y Cupiagua liberó al Estado colombiano de negociar la tasa de cambio con los cafeteros, por cerca de un siglo los generadores por excelencia de las divisas. Por el petróleo el Estado poseía recursos cuantiosos; creció la atracción por manejar el presupuesto y se magnificó el poder político de las tecnocracias administradoras de los asuntos públicos. Los Ministerios de Obras, Educación, Salud, Energía; los congresistas y las autoridades regionales, vieron la posibilidad de expandir el gasto y hacer política; el Ministerio de Hacienda y la banca central, entes controladores del gasto, peleaban un manejo centralizado, astringente y a su discreción. Los grupos importadores esperaban una absorción rápida y total de los ingresos petroleros, pues la revaluación real del peso abarata las importaciones y debilita la producción nacional de bienes importables —especialmente los intensivos en factores productivos domésticos—; por su parte, los trabajadores y los usuarios de los servicios públicos anhelaban que se redujera el rezago social y la desigualdad en el ingreso y la pobreza.


Al sindicato y a las directivas de una empresa nacional productora de crudo y gas (como lo fue Ecopetrol hasta 2007) les interesa por igual que existan regalías máximas por barril y producción siempre creciente, que elevan su poder en el contexto del sector público y la fracción de la renta por disfrutar particularmente; también a los gobiernos locales de las áreas de producción, de aquellas por las que pasan los oleoductos y las de los puertos de exportación, a las cuales la legislación nacional otorga una participación elevada en las regalías nacionales. Los combustibles baratos interesan a grandes y pequeños consumidores, y las agrupaciones guerrilleras en las áreas petroleras estaban interesadas en extraer recursos por extorsión a las compañías operadoras y en ejercer presión sobre la capacidad de exportación, mediante voladuras permanentes del oleoducto Caño Limón-Coveñas.

En este abigarrado escenario de intereses se desarrolló la política petrolera nacional, la cual definió el margen de acción y dio forma a la economía política del petróleo y el armazón institucional del país. A diferencia de Holanda, Canadá, Noruega o el Reino Unido, que encontraron hidrocarburos en los años setenta, cuando ya eran países desarrollados con instituciones maduras y legítimas, el petróleo entró al escenario de la política nacional a inicios del siglo xx, cuando Colombia era un país pobre, que transitaba aún las etapas iniciales del desarrollo socioeconómico, lejos de haber consolidado el aparato institucional del Estado, especialmente en el orden regional y la integración de su mercado interno. Sufría aún las secuelas de la Guerra de los Mil Días y de la separación de Panamá y, para recibir el pago de la indemnización de Panamá, el país tuvo que reformar la ley de hidrocarburos y abrir el acceso a las inversiones extranjeras (Palacios, 2003: 10-104).

El Estado debía decidir cómo aumentar sus reservas y su producción; cómo y dónde invertir los excedentes (equidad social y espacial), y definir las medidas de mitigación que la actividad creaba sobre el medio ambiente. Estas tareas incumben a todos los países que reciben ingresos por rentas del subsuelo, como lo sugieren Sachs et ál. (1995) y Krugman (1987).

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